Protecciones para enfrentar el fuego para los materiales que cumplen funciones portantes.

  • Efecto de calor en las estructuras
  • El síntoma ablandamiento, perdida de resistencia, fisuracion y combustión.
  • El diagnóstico la acción del calor modifica sus características.
  • El acero se dilata, se ablanda y pierde resistencia. El hormigón se fisura, pierde capacidad de tracción y se resquebraja. La madera combustiona y disminuye su volumen. El fuego actúa de diferentes maneras sobre los materiales  de la construcción pero en todos los casos afecta sus características principales.
    Cuando se analiza la acción del fuego sobre los materiales, se deben tomar en cuenta dos factores fundamentales: la reacción al fuego y la resistencia o estabilidad frente a él. En el primer caso se comprueba si el material es combustible o inflamable, es decir, si se quema y colabora con la propagación del incendio. En el segundo caso, interesa conocer que estabilidad mantendrá ante las intensas temperaturas, sobre todo si integra una estructura.

    • Madera: es inflamable, pero se puede disminuir su combustibilidad mediante un tratamiento con impregnantes ignífugos. Estos impregnantes se pueden eliminar por el lavado. Por eso es necesario proteger la madera con barnices o esmaltes ignífugos para el caso que se desee un acabado cubriente. Ante la presencia de fuego, estos esmaltes se queman lentamente y no propagan las llamas. Frente a temperaturas elevadas, la madera aumenta su resistencia portante  dado que elimina  el agua contenida acrecentando su densidad y por lo tanto su dureza. Las maderas ya pintadas o barnizadas pueden mejorar su reacción al fuego con pinturas intumescentes.
    • Acero y hormigón: No son combustibles. Sin embargo, son afectados por temperaturas superiores a los 500º C, perdiendo su capacidad portante. El acero puede llegar a colapsar antes de los 10 minutos de iniciado el fuego. Por su parte, el hormigón pierde resistencia a la tracción, se fisura y cuando se enfría por efecto de la acción del agua arrojada se resquebraja, poniendo en riesgo la estructura del edificio.

      Para evitar o, al menos, demorar la acción de las llamas sobre las estructuras de acero, se puede recurrir a la aplicación de pinturas intumescentes, cuya característica fundamental es la de reaccionar frente al calor. Desarrollan una espuma cavernosa cuyo espesor es 70 a 80 veces el de la película original, disipando la temperatura e impidiendo que las llamas lleguen hasta el sustrato. Con este tratamiento se logra prolongar la protección a unos 60 o 90 minutos, sin que la estructura del edificio sufra cambios significativos. De igual forma, se puede mejorar la resistencia al fuego de las estructuras de hormigón.

  • Para calcular los espesores necesarios de la pintura intumescente a aplicar, es necesario tener en cuenta varios factores como:
  • Tipo de perfil.
  • Cantidad de caras expuestas al fuego.
  • Si se trata de vigas o columnas, la resistencia al fuego requerida en función de las características de la estructura y los tiempos de evacuación.ue no resisten el tránsito.

Las pinturas intumescentes  se aplican con rodillos y pinceles o por medio de equipos airless. En general, se requieren espesores que pueden variar de los 400 a 2.000 micrones de película seca. Tienen una duración ilimitada, siempre que no se las dañe por algún método mecánico. Durante el proceso de intumescencia desprenden dióxido de carbono, vapor de agua  y amoniaco, por lo tanto no afectan de manera especial la ya enrarecida atmósfera propia de un incendio. Estas pinturas se deben proteger con esmaltes o barnices ignífugos dado que poseen baja tolerancia al agua, nunca con esmaltes sintéticos, epoxis o poliuretanos. No se aconseja su aplicación en pisos o peldaños de escaleras porque no resisten el tránsito.

Químico industrial – , especialista en pinturas: Julio García Krieger 
Artículo Publicado en Clarín – Diario de Arquitectura / 01.03.2005

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